Al último sistema operativo de Microsoft, Windows 8, le está costando arrancar. El software no ha alcanzado la cuota de mercado que consiguió Windows Vista, una de las versiones más criticadas de la de Redmond, en el mismo periodo de tiempo desde su lanzamiento. Windows 8 se presentó el octubre pasado con novedades en el diseño de la interfaz, entre otras. La compañía de software dio un giro de tuerca respecto a sus versiones anteriores, apostando por una interfaz que se adaptara tanto a ordenadores tradiciones como a pantallas táctiles.
Esta innovación generó buenas expectativas en el sector y la compañía registró un éxito inicial en las ventas de sus licencias. Microsoft anunció que había conseguido vender 40 millones de licencias en su primer fin de semana, una cifra que superaba con creces a la que obtuvo Windows 7 en el mismo periodo. Pero la mayoría de estas ventas se realizaron a fabricantes de ordenadores e intermediarios, según informó la compañía. Por esta razón, no se puede hablar de éxito real hasta que no se trasladan las ventas al uso del software por parte de particulares y empresas.
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