Durante mucho tiempo sus causas han sido desconocidas, aunque siempre se había creído que podría tratarse de una reacción inmunológica, es decir, que el propio organismo destruye el tejido, ya que se observa en la base superficial del afta la presencia de anticuerpos (proteínas unidas a azucares). A diferencia de lo que se creía, estas proteínas no son la causa, solo intervienen en los procesos de regeneración-normalización de los tejidos. Solo se observaba la parte orgánica y no se tenía en cuenta la precedente fase de estrés de tejido endodérmico que aumenta la función y provoca una proliferación de estas células específicas reguladas desde el tronco cerebral. En realidad el organismo después de la fase de estrés, siempre que haya la presencia de microorganismos especializados (Ejemplo: Cándida Albicans), actúa descomponiendo el tejido endodérmico en exceso y después reconstruye el tejido ectodérmico, la mucosa excoriada por la micosis.
Solo cuando desaparece esta necesidad de estrés asociada con el bocado, el cerebro deja de mandar la señal de aumento de función y aumento de células. En este momento el exceso de células ya no es reconocido como necesario y siempre que haya la presencia de micobacterias específicas se producirá una descomposición celular. Si no hay la presencia de estas micobacterias el organismo opta por encapsular este exceso de células y mantenerlo aislado para toda la vida.
Hay personas que son más susceptibles a producir aftas, asociado a su manera de reaccionar ante las situaciones, sea hacia el alimento concreto o de manera trasladada a situaciones donde se vive como si de un bocado se tratase. Es habitual en niños donde hay la tendencia a proyectar sus deseos y rechazos asociados al alimento o cosas, como si de alimento se tratase. Erróneamente se ha culpado, en ciertas ocasiones, al chocolate, a las nueces, los tomates y frutillas como factores que favorecían su aparición.
Otra característica que diferencia las aftas de otras patologías de la submucosa oral de tejido endodérmico es que su duración es de una o dos semanas y luego desaparecen de forma espontánea.
Hay que tener presente las diferentes posibilidades. Algunas de ellas:
1. Fase activa de poca duración y posterior solución mediante micosis con sus correspondientes síntomas. Se hablaría de una simple afta.
2. Fase activa de poca duración y posterior encapsulado del exceso de células, sin síntomas orgánicos. Se puede observar en la zona de la boca implicada un pequeño bultito por debajo de la mucosa, quiste.
3. Puede ser diagnosticado en fase activa cuando hay la multiplicación celular y un aumento continuo de masa celular de tejido endodérmico de la submucosa, la persona está con esa emoción esencial activa (estrés asociado al bocado real o trasladado), con gran intensidad. En fase activa el nódulo progresivamente crece tanto como dure la fase de estrés y tan rápido como intenso sea el conflicto. En este caso no hablaríamos de afta, nos acogeríamos a la etiqueta médica de adenocarcinoma bucal.
4. Puede suceder que se entre en fase de solución después de una solución del estrés asociado con el bocado, con micosis para reducir las células sobrantes. Se hablaría de afta si ha habido una masa conflictiva no muy intensa y de poca duración. De Candidiasis bucal o Muguet si está implicado en la descomposición un hongo tipo levadura llamado Cándida Albicans. Si en la fase de solución aparece una recidiva conflictiva, el proceso se alarga en el tiempo y la anterior ciencia médica del siglo ** descartaría el afta como etiqueta médica.
En el tejido endodérmico bucal aparecen dos distinciones: zona izquierda y derecha.
La zona izquierda es el bocado que se quiere expulsar, sea real o trasladado. Por ejemplo algún alimento que al niño no le gusta y se lo come forzado, que desea expulsarlo.
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