¿Cuantas veces hemos visto en un anuncio eso de “rodado por especialistas” o en una película eso de “basado en hechos reales” o “cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia”? Sin embargo, parece que todos estos avisos no son obligatorios para la televisión, que puede hacer lo que le de la gana, amparado en el entretenimiento del personal y dando a entender que todo lo que allí se ve es real, aunque en el fondo estemos asistiendo a una farsa.
La última de estas “actuaciones” se estrenó ayer en Telecinco y lleva por nombre De buena ley, un programa que pretende representar un juicio real entre dos particulares que se prestan al arbitraje jurídico para resolver su enfrentamiento. Este formato ya lo vimos hace años, presentado por Ana Rosa Quintana y con casos que nos afirmaban eran reales, de hecho se explicaba que efectivamente lo eran y allí muchos aprendimos en que consistía esto del arbitraje.
¿Qué ocurre en esta ocasión? Que desde un principio Telecinco ya nos cuenta que los protagonistas son actores y que, si bien reproducen situaciones y casos reales, lo que vemos no deja de ser un teatro. Eso sí, Telecinco reconoce esta peculiaridad cuando se le pregunta, pero no lo hace en su propio programa, ni en boca de los presentadores, ni tampoco con algún tipo de aviso sobre impresionado.
¿Tendría la misma audiencia el programa si los espectadores supieran que están viendo una obra de ficción?
La última de estas “actuaciones” se estrenó ayer en Telecinco y lleva por nombre De buena ley, un programa que pretende representar un juicio real entre dos particulares que se prestan al arbitraje jurídico para resolver su enfrentamiento. Este formato ya lo vimos hace años, presentado por Ana Rosa Quintana y con casos que nos afirmaban eran reales, de hecho se explicaba que efectivamente lo eran y allí muchos aprendimos en que consistía esto del arbitraje.
¿Qué ocurre en esta ocasión? Que desde un principio Telecinco ya nos cuenta que los protagonistas son actores y que, si bien reproducen situaciones y casos reales, lo que vemos no deja de ser un teatro. Eso sí, Telecinco reconoce esta peculiaridad cuando se le pregunta, pero no lo hace en su propio programa, ni en boca de los presentadores, ni tampoco con algún tipo de aviso sobre impresionado.
¿Tendría la misma audiencia el programa si los espectadores supieran que están viendo una obra de ficción?
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